sábado, 19 de enero de 2008

Ciento nueve centimitos



Mi querida Niña-loca-bruja hace unas cuantas semanas estuvo durante varios días encontrándose en diferentes sitios una moneda de un céntimo. Un día, percatándose de que aquello no era normal decidió contarlos y depositarlos en un tarro de cristal. Tenía nueve centimitos.

Y entonces su parte niña pensó: “Cuando tenga cien él me llamará”, refiriéndose a su Insensato-amor-extraño.

Esa misma tarde su parte bruja hizo que se encontrara con una moneda de un euro. Ya tenía los cien céntimos necesarios para su augurio. De hecho tenía ciento nueve.

Fue entonces cuando aparte de asombrarse de su poderosa y extraordinaria brujería, surgió su parte loca, y mezcló el mundo mágico con el real, pues sin descartar que se produciría el hechizo también creyó en la cordura y entendió que su Insensato-amor-extraño no podía llamarla en tan poco tiempo desde que se alejara de ella. A Niña-loca-bruja le pareció imposible que ya se le hubiera pasado aquel monumental cabreo.

Por eso, para que los dos mundos pudieran actuar según sus respectivas reglas, decidió cambiar su primer pensamiento y sustituirlo por otro más flexible y adaptable al mundo juicioso: “Cuando encuentre doscientos céntimos me llamará”, pensando que así le daba más tiempo para que meditara.

Y yo, ahora que sé que su Insensato-amor-extraño no la ha llamado, me pregunto qué parte de mi querida Niña-loca-bruja falló.

¿Fue su parte niña la que no entendió que esos pensamientos deliciosos que se tienen de vez en cuando y que nos harían la vida más satisfactoria no suelen cumplirse casi nunca?

¿Fue su parte loca la que no supo comprender que no hay magia, ni embrujo que valga cuando el hombre de tu vida te abandona?

Yo creo que fue su parte bruja la que falló. Y todo porque no supo comprender que sí posee una magia fabulosa capaz de enmudecer al mundo realista, y al cambiar su pensamiento-embrujo por otro, su ensalmo se trastocó.

Creo por eso que ahora su tarro de cristal, al igual que hace unas semanas, sigue guardando ciento nueve centimitos.